Esta semana se llevó a cabo el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza. Como en cada edición, los retos económicos y políticos fueron la estrella del programa: la crisis en las cadenas de suministro; tecnología e innovación, salud, la guerra en Ucrania, la salud y en general el curso de la economía global.
Desde un punto de vista ético, la celebración de un foro de este tipo, mientras a cientos de kilómetros se está presenciando la invasión rusa a Ucrania, resulta incómodo, por decir lo menos. Los representantes del mundo libre y capitalista fallan en su discurso al simular ayudar a Ucrania. Como cómplices de Rusia los países libres del primer mundo se sientan cómodamente en Suiza mientras el pueblo ucraniano huye de la represión rusa.
Mientras tanto, otro de los grandes temas fue el desglose de las expectativas económicas de este año. Sin caer en el pesimismo ni en el optimismo, los líderes económicos esperan poder librar la crisis económica de este año. Aunque se mencionó la importancia de generar un desarrollo económico en equidad, poco se habló de la necesidad de redistribuir los ingresos y de disminuir la defraudación fiscal.
Tampoco es una mentira que las grandes industrias y las grandes riquezas siempre están en búsqueda de la evasión y elusión fiscal, patología financiera que tanto agrede a las finanzas públicas de los estados. Es por lo anterior que el Foro Económico Mundial debe ser criticado para que sirva como para lo que realmente se pensó, un espacio de discusión global para que se generen soluciones para la humanidad.