Cuando uno revisa en las páginas de la historia de México cómo transitamos de una dictadura perfecta a una democracia imperfecta, el nombre de Porfirio Muñoz Ledo se presenta. Con raíces priistas, como muchos artesanos de la democracia moderna, desarrolló la campaña que hizo temblar a Salinas de Gortari en 1988. Creador de la corriente democrática y fundador del PRD, Muñoz Ledo deja un legado de constructor de instituciones. Más priista que muchos que se jactan de serlo, el gran político imprimió su sello en sus múltiples funciones en el legislativo.
En el ocaso de su carrera política, Porfirio volvió a fundar un movimiento político que llevó al poder al presidente más votado de toda la historia del país. Su recompensa, la presidencia de la Mesa Directiva e investir con la banda presidencial a Andrés Manuel López Obrador. Para el final de sus años volvía a su naturaleza polemista con sus diferencias con AMLO. No pudo dirigir a Morena en este periodo. Sin embargo, pudo configurar múltiples acuerdos que llevaron a construir lo que hoy es México.
Esta semana partió Porfirio Muñoz Ledo. Muchos políticos aspirarán a seguir sus pasos. Con el debate incendiario y la confrontación de frente, pero el acuerdo detrás. Su estilo dejó legado.