Qué vueltas da la vida. Hace apenas un mes AMLO negaba a Xóchitl Gálvez su derecho de réplica en la mañanera -misma que exigía una orden judicial- argumentando que no quería hacerle publicidad a la senadora. Hoy en día, el principal promotor de la ahora aspirante a la presidencia es ni más ni menos que López Obrador.
Aquellos días en los que Xóchitl madrugaba frente a Palacio Nacional ya se ven lejanos: sus aspiraciones pasaron de la jefatura de Gobierno a la presidencia y creció el reconocimiento de su nombre favorablemente. De acuerdo con la encuesta más reciente de El Financiero, tan solo entre junio y julio la opinión favorable de Gálvez incrementó de 24% a 34% y un 80% de la población ha escuchado hablar de ella. Parte de su éxito reciente se debe en buena medida a los ataques constantes que el presidente hace de la senadora en sus mañaneras, así como a las ingeniosas respuestas con las que Xóchitl Gálvez le da una cucharada de su propia medicina.
El más reciente peloteo entre ambos fue sobre las empresas de Xóchitl, ya que AMLO dijo que han recibido más de 1400 mdp y solicitó a Claudio X. Gónzalez y Mexicanos Contra la Corrupción investigar los contratos. La senadora no tardó en contestarle al tabasqueño, no ha negado que ha ganado contratos con los gobiernos, incluyendo el de López Obrador, pero éstos no suman la cantidad que el presidente presume. Retó a AMLO a demostrar los contratos por esa cantidad; de probarlo, ella renuncia a la candidatura, de no hacerlo que renuncie él “por mentiroso”.
En este contexto, el INE ordenó a AMLO no hablar de Xóchitl Gálvez en las mañaneras. Esto coloca a AMLO en una disyuntiva en donde cualquier decisión es una pérdida: obedece a un órgano al que ha catalogado como un enemigo de la democracia durante todo su sexenio, o desacata a la autoridad electoral para continuar publicitando a quien promete ser la más férrea y enérgica rival de la cuarta transformación.