“Allá estaremos mejor, allá hay una vida mejor”, es lo que piensan los migrantes mientras peregrinan de sur a norte en la búsqueda de alcanzar el sueño americano. La promesa de una vida con mayores oportunidades, solo la promesa, cobra un impuesto muy alto.
Un incendio en las instalaciones del Instituto Nacional de Migración (INM) en Ciudad Juárez le arrebató la vida a 39 migrantes. Las víctimas eran migrantes de diferentes nacionalidades, en su mayoría provenientes de Guatemala, que estaban detenidas en las instalaciones del centro federal. De acuerdo con el presidente Andrés Manuel López Obrador, el incendio comenzó cuando los migrantes prendieron fuego a unos colchones en protesta por su detención.
¿A quién se debe hacer responsable por este lamentable siniestro? Las autoridades han abierto una investigación contra dos agentes federales, un oficial de migración y cinco elementos de seguridad privada que no evitaron la muerte de las víctimas al omitir liberarlos de sus celdas en pleno incendio. En el Senado, se propuso citar a comparecer a Marcelo Ebrard y a Adán Augusto para rendir cuentas de los hechos, sin embargo, esta propuesta fue frenada.
A mi parecer, la responsabilidad es compartida ¿entre quién? Este triste hecho evidencía diversas realidades a trabajar. En primera instancia, se debe reformar el INM para que atienda eficientemente a los migrantes. Ser ciudadano de un país ajeno, no cancela su humanidad ni su derecho al trato digno. En segunda instancia, es necesario construir una política migratoria humana entre Estados Unidos (EE.UU) y México que asegure la integridad y dignidad de quien cruce por nuestro país. Las políticas draconianas anti migratorias estadounidenses empujan y estancan a los migrantes a la frontera mexicana, donde se omite el esfuerzo de atenderlos. Una frontera compartida es una responsabilidad compartida. Finalmente, debemos combatir la xenofobia. En su momento, reprochamos los comentarios racistas de Trump, sin embargo, en nuestro actuar contra los hermanos migrantes gritamos un resentido: “¡Vuelve a tu país!”.
En conclusión, todos somos responsables. Todos tenemos que combatir el rechazo y trato de odio hacia los migrantes.