El senador republicano John Kennedy no tiene un pelo de tonto. Sus declaraciones han hecho eco en la Cancillería mexicana y en la Presidencia de la República. No podemos descalificar ni minimizar sus preguntas – “¿Por qué no toman el teléfono, llaman al presidente López Obrador y le hacen un trato para permitir que nuestro Ejército entre en México para detener a los cárteles?” – pues deben ser tomadas como lo que son, un síntoma del pueblo estadounidense.
Kennedy ha dicho lo que muchos republicanos piensan. Por supuesto que algunos estadounidenses, principalmente de derecha y que estarían dispuestos a llevar una vez más a Trump a la presidencia, comparten esta idea de intervención militar en territorio extranjero. Asumo que en la psique de muchos de nuestros vecinos del norte no existe un concepto de soberanía válido, toda vez que Estados Unidos es percibido como un estado hegemónico en muchos de sus polos de influencia.
Es por eso que nuestra cancillería mexicana debe combatir con toda la dignidad que otorga la representación nacional los principios más básicos de nuestra política exterior. No debemos negar el problema del narcotráfico, pero tampoco debemos siquiera pensar en permitir una intervención militar por parte de un gobierno extranjero. Mientras la jornada electoral estadounidense continúe, personajes como John Kennedy seguirán teniendo validez en EE.UU.