La crisis del tráfico y adicción del fentanilo es un mal que ha afectado tanto a Estados Unidos como a México. Por un lado, el consumo de esta droga es una de las mayores causas de muerte en la población estadounidense. Desde el lado mexicano, la demanda de esta droga desestabiliza la seguridad, tanto nacional como fronteriza, al mismo tiempo que la política doméstica ante los reclamos del país vecino.
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha propuesto que se prohíba el uso de los opioides en los medicamentos, sustituyéndolos por analgésicos alternativos, con la finalidad de controlar la circulación y disponibilidad del fentanilo. Parecería una propuesta decente… si la muerte por consumo de fentanilo fuera una realidad preponderante en México. De acuerdo con el IMSS, en el 2022, en México solo han fallecido 29 personas por sobredosis de fentanilo, mientras que, en Estados Unidos, murieron más de 100,000 personas según el National Institute on Drug Abuse. Entonces, ¿es eficiente una propuesta que no responde a la realidad mexicana? Creo que el dicho “o todos coludos o todos rabones” no aplica para el ámbito de las políticas públicas. No hay que proponer solo por convivir.
Congresistas republicanos, como Dan Crenshaw, han sugerido que el ejército estadounidense apoye al homólogo mexicano a eliminar a los cárteles narcotraficantes que “matan a más de 80,000 ciudadanos” con las drogas que trafican a través de la frontera. El canciller, Marcelo Ebrard, y el presidente López Obrador han dejado claro que la soberanía debe ser respetada y que tanto la integridad del territorio mexicano como su autodeterminación se defenderán a toda costa.
Estas aseveraciones se dieron en el marco de un suceso importantísimo; las elecciones presidenciales del 2024. Históricamente, los demócratas siempre han enfrentado problemas locales por medio de políticas públicas y programas sociales, mientras que los republicanos optan por acciones más… trumpistas y menos ortodoxas, entre ellas enviar al ejército a territorio mexicano para resolver problemas estadounidenses sin preocuparse por las necesidades ni los derechos mexicanos.
Estados Unidos vuelve a jugar la misma carta de política exterior y doméstica: todos tienen la culpa menos nosotros. México es el culpable de traficar la malvada droga asesina, pero los estadounidenses no responden ante su responsabilidad de disminuir la demanda del fentanilo ni la de que el tráfico de armas de Estados Unidos a México equipa a grupos de crimen organizado. En fin, la hipocresía…