El progreso no es para todos

Las ideas de Augusto Comte permearon en la historia y personalidad de los países de Latinoamérica. “Orden y progreso” es el lema grabado en la bandera brasileña y fue el pensamiento que impulsó el ferrocarril en México en los tiempos de Porfirio Díaz. Durante la Revolución Industrial, las locomotoras y las vías férreas representaron una nueva tecnología que aseguraría el crecimiento económico, el bienestar social así como civilizar y conectar a las naciones.

Durante el sexenio de Miguel Alemán Valdés, los ferrocarriles dejaron de ser el sinónimo de progreso y las grandes obras viales tomaron su lugar. Pero, el presidente Andrés Manuel López Obrador cambió el sinónimo nuevamente, ahora; el Tren Maya será el que impulse el desarrollo y el progreso en México, bueno, al menos en el Sur.

Pero ¿para quién implica el progreso?, ¿quién se beneficia? El progreso, los ferrocarriles, hoy en día cargan en sus lomos a los residuos del desarrollo. Hoy, los migrantes montan vagones, en las entrañas del progreso, cruzan México esperando llegar allá, cruzar pa’llá en donde dicen que hay más oportunidades y donde prometen que no hay más hambre o guerra. Sin embargo, estos migrantes mueren arrollados, desaparecen o son heridos cuando tratan de subirse a los trenes mexicanos, los corretean con miedo y sin boleto. 

La remoción del Título 42, una orden emitida por el gobierno estadounidense que permitía a las autoridades expulsar rápidamente a los migrantes en la frontera con México para prevenir el contagio del Covid-19, generó que oleajes inmensos de migrantes busquen entrar a nuestro país para llegar al sueño americano. Pero, los migrantes han colmado las líneas férreas de Ferromex y Ferrosur, por lo que Germán Larrea ha decidido suspender las operaciones en las rutas de Coahuila, Aguascalientes, Chihuahua y Guanajuato para proteger la integridad física de los migrantes.

En una conferencia de prensa de la Organización de las Naciones Unidas, la canciller Bárcena reconoció que las autoridades son rebasadas por el increíble flujo migratorio proveniente de Ecuador, Colombia, Haití, Cuba, Venezuela, Guatemala y Honduras. Hubo un tiempo para actuar, hubo un tiempo para pedir ayuda, pero la migración se volvió una de las omisiones del gobierno actual. Un tren en la península, el progreso, fue más importante que proteger la integridad humana.

El progreso ha avanzado, pero no alcanzó a los que más lo necesitan. Larrea entendió lo que el gobierno no; el progreso no es superior a la vida humana.

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