El debate que no superamos

El debate nacional por el contenido de los libros de texto recuerda el antiguo debate entre José Vasconcelos y Justo Sierra. Es decir, por un lado Vasconcelos impulsaba un desarrollo educativo basado en las bases culturales de la población; por el otro, Justo Sierra era de la corriente positivista y científica. Hoy sabemos que la visión de Vasconcelos fue la que imperó en nuestro país, incluso es la piedra fundacional de la UNAM. Hoy AMLO nos recuerda que la cuarta transformación implica un cambio en el paradigma de las cosas; entre ellas, la política educativa.

Existen ya docenas de errores que circulan en redes sobre el contenido de los libros de texto. Empezando por las vagas definiciones de las materias como “nuestros saberes” y “múltiples lenguajes”, pasando por errores ortográficos y de contenido matemático, los pedagogos y científicos nacionales han hecho notar estos errores. El presidente López Obrador conminó a la gente a revisar el contenido y no hacer caso a los detalles, pues estos errores serían ajustados en ediciones posteriores.

Recordando la discusión vasconcelista, el presidente López Obrador asegura que la nueva educación pública ahora sí contempla – como si en el llamado periodo neoliberal no hubiera pasado – la opinión del magisterio, la participación de filósofos y de científicos del Conacyt con h. Es bien sabido que la educación pública, como medio de capacitación masiva, es también un medio para la indoctrinación de los valores de los gobiernos en turno. 

En otras palabras, es válido que los grupos en el poder intenten cambiar la historia de un país mediante su capacidad de adoctrinamiento educativo; todos los gobiernos lo hacen. Sin embargo, existen materias en donde no hay lugar para la doctrina política, es decir las ciencias. Estas materias, desde mi particular punto de vista, se pueden enseñar de diferentes maneras, pero engloban un solo concepto. Por lo que si los libros de texto fallan al enseñar estos conceptos, entonces el problema educativo deja de ser educativo y pasa a ser fundamental.

Esta última arista del problema es la que dará hilo de donde tejer a quienes se opongan a la cuarta transformación y su educación “pseudo-marxista”. 

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