¿Qué tienen en común hoy Chiapas y Michoacán? que ambos estados viven una tragedia de seguridad pública. Esta semana nos enteramos que 16 integrantes de la Secretaría de Seguridad Pública de Chiapas fueron secuestrados por presuntos integrantes del CJNG. Asimismo, el día de ayer nos enteramos que el líder autodefensa, Hipólito Mora, fue asesinado en La Ruana.
Este cuento ya lo conocemos. Las consecuencias de estos actos serán ínfimas en comparación al daño que se la hecho a la sociedad. Qué alternativa le queda a una sociedad que se ha visto defraudada por el Estado. En el contrato social se presume que los gobernados ceden su capacidad de ejercer violencia a un ente (el gobierno) que la ejercerá institucionalmente. ¿Qué pasa cuando el Estado incumple el contrato? No existe institución pública, ni judicial ni legislativa, que se atreva a dictar que el gobierno ha fallado en proteger a su ciudadanía. Esto, de facto, implicaría reconocer a México como un estado fallido.
El presidente López Obrador, como lo hicieron sus antecesores, ha fallado en combatir al crimen organizado y sus consecuencias. Es innegable la responsabilidad de los gobiernos de Chiapas y Michoacán, hoy gobernados por Morena, en la falta de condiciones de seguridad pública que existen en sus entidades. Asimismo, algunos dirán que el problema de inseguridad es heredado y que hoy se enfrentan las consecuencias de malas políticas públicas. Sin embargo, es importante mencionar que quien detenta el poder, también tiene la responsabilidad de ejercerlo y de afrontar las consecuencias del mismo.
Hipólito Mora fue doblemente asesinado, primero en manos de criminales y segundo por las omisiones del gobierno federal y michoacano. En esta ocasión los criminales tuvieron éxito y el gobierno falló en protegerlo. Hipólito, aunque fue un personaje polémico, ofreció una alternativa al pueblo michoacano ante el fraude e incumplimiento de contrato del Estado. Para algunos significó una esperanza para recuperar la paz. No obstante, fue abandonado, debilitado y hasta calumniado por el Estado.
En Chiapas, 16 integrantes de la Secretaría de Seguridad también fueron víctimas del Estado y del crimen organizado. El Estado se corrompe y no protege a sus elementos y el crimen organizado aprovecha y toma lo que considera le pertenece. Algunas versiones apuntan a que el secuestro de estos elementos obedece a una venganza por el secuestro de una pareja sentimental de un mando de otro grupo criminal. La historia se repite: el crimen dispone, el Estado permite y la sociedad es la moneda de cambio en este intercambio tan cruel.