¡Lucharán a dos de tres caídas, sin límite de tiempo! ¡En esta esquina; César Cravioto y en esta otra; Lupita Saldaña y los panistas!
La Arena México dejó de ser la casa de las grandes luchas en nuestro país, ahora, el Senado de la República ostenta ese honor. Morena y PAN tuvieron enfrentamientos debido a que, una vez más, quedó pendiente la elección del comisionado faltante para que el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) pueda revivir.
A pesar de que se había acordado con la oposición de que se aprobaría a cualquiera de los candidatos que Morena eligiera, Ricardo Salgado no alcanzó las tres quintas partes mínimas de votos necesarios gracias a Morena… ni Judas fue tan traicionero. En respuesta, la bancada de Acción Nacional tomó la tribuna exigiendo una resolución.
Los luchadores técnicos panistas, como Saldaña, quisieron poner una manta en favor del INAI y la importancia de su operación. Nuestro luchador rudo, César Cravioto, subió a las cuerdas de la tribuna y, en vez de ejecutar una camaleonina o una plancha sobre la legisladora, se limitó a aventar de manotazos contra Saldaña. Senadoras, como Lilly Téllez y Xóchitl Gálvez, acusaron a Cravioto de agresión física y advirtieron sobre las continuas faltas de los legisladores morenistas.
La política, en ocasiones, necesita de su drama y circo para presionar al Legislativo a actuar sobre temas apremiantes. Empero, ¿es necesario que la política se resuelva en el cuadrilátero? Los manotazos de Cravioto nos dicen una cosa: nadie de Morena está dispuesto a que la oposición ejerza su derecho a la libre expresión. Las agresiones de Cravioto recalcan la poca flexibilidad de Morena para escuchar voces distintas a las de la 4T. Entonces, ¿dónde queda la representación ciudadana de los que no están con Morena?