“¡MEK! ¡MEK!”, anuncia un ave azulada mientras un dolido coyote fracasa en su milésimo intento de comerse al correcaminos. El carnivorus vulgaris toma un cuchillo y un tenedor mientras saborea lo delicioso que sería engullir al accelerati-incredibus en una merienda, así que planea las maneras de atraparlo. Una bomba, un cohete, un machete, un martillo, una escopeta o una trampa, todas marca ACME, podrían hacer el trabajo. No obstante, el correcaminos resulta siempre más hábil, más raudo y astuto que el coyote que termina cayendo herido en su propia trampa.
De acuerdo con una encuesta del Financiero, Xóchitl Gálvez se despega de los aspirantes a la candidatura de la oposición con el 22% de apoyo de los encuestados. Aunque las corcholatas morenistas aún poseen la preferencia nacional, la popularidad de Xóchitl crece. La senadora está marcada por el azul pitufo del PAN, lo que es traducido por el presidente como una amenaza fifí, neoliberal, neoporfirista, corrupta, y cualquier otra ofensa dicharachera que se le ocurra al Ejecutivo.
El efecto Xóchitl ha sacado a AMLO de sus cabales y ha tratado de atacarla de todas las maneras posibles, pero sin éxito alguno. AMLO, sintiéndose intocable desde sus conferencias matutinas, anduvo, como diría Sabina “con la lengua muy larga y la falda muy corta”, coqueteando con los medios y afirmando con datos marca ACME lo terrible que es Xóchitl. Sin embargo, un Juez Federal reconoció el derecho de réplica de la senadora y le otorgó un amparo para que ella pueda aclarar la información falsa e inexacta difundida sobre su persona. AMLO desconoció el amparo y le negó la entrada al Palacio Nacional a nuestro pequeño correcaminos azulado.
Hoy, Xóchitl Gálvez denunció al presidente ante la Fiscalía General de la República por haber revelado datos fiscales y bancarios de su empresa. “Podían auditarme si querían, pero no hacerlo público”, expresó la senadora y tiene toda la razón. El presidente está haciendo uso de la inteligencia y herramientas públicas para atacar a una ciudadana, que no milita en su partido ni comulga con él, para minar sus aspiraciones presidenciales. Nuestro coyote buscó la manera de acabar con el correcaminos azulado, pero en el proceso muestra cómo el Ejecutivo puede hacer violaciones a los derechos de los ciudadanos. El cree que el fin justifica los medios.
Xóchitl, por su parte, se libra del acoso haciendo uso de la ley y las instituciones que deben proteger a la población. Espero que el coyote vuelva a caer en sus propias trampas, que el correcaminos vuelva victorioso en un siguiente episodio y que la democracia, la libertad y los derechos civiles sigan prevaleciendo. Eso es todo amigos, ¡MEK! ¡MEK!